domingo, julio 17, 2005

M recuerda a Claude Simon prisionero en Sajonia

M ha escrito un texto en memoria de Claude Simon, un hallazgo casual en una librería de París que lo emocionó a tal punto que forró el libro con papel de empaque para que le dure más que los demás, elogio supremo que algunos libros reciben a veces. He aquí lo que escribió:

Siempre vuelvo a una novela que quizás no volveré a leer completa. Es L'Acacia, de Claude Simon, fallecido el pasado 6 de julio a los 91 años. Me lo ha contado Javier Ponce en El Universo de hoy. Me impresiona un dato de su vida: la experiencia que antecede su primera novela, a los 38 años, es la guerra. Movilizado en el ejército y hecho prisionero en Sajonia, consigue escapar y se instala en Perpignan, y más tarde en París donde vive en un refugio de la Resistencia bajo la ocupación nazi.

Desde el punto de vista técnico, su escritura es como un largo poema que juega con la idea del acierto, del error, de la inseguridad, donde se pone de manifiesto el acto de escribir como un acto de exploración en la memoria. De ahí que siempre utilice el "o más bien" - "ou plutôt" - a manera de desvío, desvío dentro del desvío, en el camino de la frase. Y su tema es la memoria, la guerra, los tiempos confundidos, el pasado en el presente, el presente en el pasado... Más o menos así: "de suerte que más tarde, cuando intentó relatar estas cosas, se dio cuenta de que había fabricado en lugar de lo amorfo, de lo invertebrado, una relación de hechos tal como un espíritu normal (es decir aquel de alguien que ha dormido en una cama, se ha levantado, lavado, vestido, alimentado) podía constituirlo después de ocurrido, en frío, conforme al uso establecido de sonidos y de signos convenidos, es decir suscitando imágenes más o menos netas, ordenadas, distintas las unas de las otras, mientras que en la realidad aquello no tenía ni formas definidas, ni sustantivos, ni adjetivos, ni sujetos, ni complementos, ni puntuación (en todo caso ningún punto), ni temporalidad exacta, ni sentido, ni consistencia, sino aquella, viscosa, confusa, blanda, indecisa, de lo que le llegaba a través de esa campana de cristal más o menos transparente bajo la cual estaba encerrado..." (L'Acacia, Les Editions de Minuit, pag. 286).

Está allí el dilema de la escritura, el juego entre la escritura que congela y establece una verdad, y aquella que abre puertas, suscita, incluso confunde... la escritura de alguien que ha dormido en una cama... o la del que ha sido soldado y en la escritura sigue durmiendo en tiendas de campaña... "mi estilo es la profesión del escudo". Esta idea del escritor-combatiente, que Simon plasmó en una narrativa delicada y compleja, como el tejido de las ramas de un árbol, para él era la única que podía constituir una literatura del movimiento, en oposición a una literatura conservadora. Esta misma idea está presente en Bolaño, en lo que dijo cuando recibió el premio Rómulo Gallegos recordando a Cervantes (cuando dijo que su obra era un homenaje a esa generación de jóvenes latinoamericanos sacrificados en las guerras revolucionarias de los sesenta y setenta, en una lucha de puro idealismo en nombre de una causa que ellos sabían que ya había fracasado cincuenta años antes...), acerca de la literatura como un oficio esencialmente peligroso. Siempre se escribe en una tienda de campaña, decía Bolaño.

Vale la pena leer el discurso de aceptación del premio Nobel de Claude Simon - el 9 de noviembre de 1985 - y el de Roberto Bolaño cuando recibió el premio Rómulo Gallegos en noviembre de 1999.

En fin.

Llegado a este punto, M se hunde de nuevo en la escritura del que se levanta de la cama y no solo eso sino que languidece por un aperitivo de media mañana.